Kilómetros de tiempo

Carmen Castellote: una vida marcada por el exilio, la guerra y la resiliencia

Carmen Castellote es una de las figuras que representan el destino de los llamados niños de Rusia, aquellos pequeños evacuados durante la Guerra Civil Española para escapar de los horrores del conflicto. En junio de 1937, con solo cinco años y apenas unas semanas después del bombardeo de Gernika, fue enviada desde Bilbao a Leningrado a bordo del mítico buque Habana. Esta evacuación, fruto de un esfuerzo conjunto entre el gobierno de la República Española y la Unión Soviética, tenía un único objetivo: salvaguardar a los niños de las atrocidades de la guerra y brindarles un porvenir más seguro.

En Leningrado, los niños españoles fueron recibidos con calidez por un pueblo que compartía con ellos el peso de la lucha antifascista. Lo que en un principio se pensó como una estancia breve se alargó indefinidamente debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Carmen fue asignada a la Casa de Niños de Jersón, una de las más pequeñas, donde no solo continuó su educación, sino que tuvo acceso a actividades artísticas, musicales y deportivas que habrían sido impensables en la España de la época. Sin embargo, en 1941, la invasión alemana obligó a evacuar a estos niños hacia el este.

El nuevo destino de Carmen Castellote fue Tundrija, una remota aldea siberiana donde el frío implacable, la escasez de alimentos y las penurias de la guerra dejaron una profunda huella en su infancia. A pesar de todo, su educación nunca se detuvo, un testimonio de la fortaleza y resiliencia definieron a aquella generación de niñas y niños. Finalizada la guerra, los niños españoles fueron trasladados a Moscú, donde Carmen continuó sus estudios y se licenció en Geografía e Historia. Su destacada trayectoria académica le valió la medalla Pushkin por su ensayo De Pushkin a Tolstói y Mayakovski.

Para el régimen franquista, estos niños eran vistos como una amenaza ideológica, y su retorno a España estuvo vetado durante años. No fue hasta después de la muerte de Stalin cuando, tras complejas negociaciones, se permitió su regreso. Sin embargo, para entonces muchos, como Carmen, habían olvidado su lengua materna y tuvieron que reaprender el español desde sus bases.

En 1957, Carmen conoció a Tadeusz Wolni, un joven socialista polaco con quien contrajo matrimonio. Poco después, la pareja se trasladó a México, donde se reunieron con Ricardo Castellote, el padre de Carmen, destacado exiliado y secretario general del Partido Comunista de España en aquel país. En el efervescente ambiente del exilio mexicano, Carmen entabló amistad con figuras emblemáticas como León Felipe, Pedro Garfias y Juan Rejano.

La guerra y yo

Caminos, kilómetros de tiempo,
nada puede apartarme de la guerra,
de sus muertos escondidos en mi infancia.

Y la vida nada sabe de este hoyo,
abierto aquí, en mi corazón.
Beben tierra los ríos de antes,
las estrellas se persiguen en el mar,
el monte se hace altar para la nieve
y el sol deja que la sombra juegue contra el árbol

Todavía los niños juegan a la guerra
y la flor es asombro y soledad.

Es tarde y quiero dormir,
pero la noche esta llena de muertos.

Iza el miedo sus alas nocturnas.

¿Acaso es la guerra?
Quiero ser manos, muchas manos,
para matar la obscuridad.

Un rocío de luz entra en mi mañana.

Los arboles se embriagan de aurora,
los hombres cruzan el pasto húmedo de la noche,
madrugan los caminos, bosteza la calle.

Una mujer quiere barrer el nuevo día
con su vieja escoba,
y en la orilla de un colegio dos niños luchan
mientras los otros ríen.

Ya nadie habla de la guerra.

¿Qué hago con los muertos?

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