No soy Natalia
En un contexto histórico y cultural dominado por la visión patriarcal de la creación poética, Natalia Sosa Ayala (Gran Canaria, 1938) se destacó como una pionera en la exploración de la identidad femenina y la reivindicación de los derechos de las mujeres a través de la poesía. Desde joven, mostró una vocación literaria que se convertiría en el eje central de su vida.
Su obra, profundamente introspectiva y rebelde frente a las normas sociales y literarias de su tiempo, rompió con los moldes establecidos. Forjó un estilo propio, cargado de intensidad emocional y un lenguaje directo, despojado de adornos innecesarios.
A través de sus versos, Natalia Sosa abordó temas como la búsqueda de identidad, la reivindicación del cuerpo femenino y la denuncia de las desigualdades de género, dando voz a deseos, miedos y silencios que habían sido tradicionalmente ignorados o reprimidos.
La conexión de su poesía con su tierra natal es innegable, aunque su mirada trasciende lo insular para proyectarse hacia un diálogo universal. Influenciada por autoras como Sylvia Plath y Anaïs Nin, su obra combina lo personal con reflexiones sobre cuestiones existenciales y sociales. Sin embargo, su poesía no se limita a la exploración de la subjetividad femenina, también reflexionó sobre grandes temas universales como la naturaleza, la muerte, el amor y la soledad.
Con apenas 18 años, comenzó a colaborar activamente en las revistas Guiniguada y Mujeres en la Isla, aportando poemas, cuentos, crítica literaria y artículos de opinión. Su primer poema publicado, No dejes de cantar, fue un homenaje a la cantante folclórica Mary Sánchez, ya evidenciaba su sensibilidad artística y su conexión con las raíces culturales de Canarias. Ese mismo año, con solo 17 años, publicó su primera obra en prosa, Stefanía.
En 1961, Sosa Ayala decidió ampliar horizontes y se trasladó a Inglaterra, donde residió hasta 1963. A su regreso a Gran Canaria, publicó su segunda obra narrativa, Cartas en el crepúsculo, consolidando su lugar como una prometedora autora en el panorama literario insular. Poco después, en 1969, viajó a Barcelona como enviada de la revista Semana. Allí escribió un artículo sobre la trapecista española Pinito del Oro, a quien acompañó durante su gira con el Circo Price. Esta colaboración marcó el inicio de una relación personal y profesional significativa, ya que ayudó a la artista a escribir sus memorias.
Su incursión en la poesía llegó en 1980 con la publicación de Muchacha sin nombre, seguida por Autorretrato en 1981, una obra que fue clave para consolidarla como «una de las voces más originales y profundas de la literatura canaria del momento«. Natalia Sosa también fue colaboradora del periódico La Provincia, de esta etapa surgió el libro Desde mi desván y otros artículos, publicado en 1996, que incluía no solo textos periodísticos, sino también Neurosis y Cartas de Natalia Sosa, un compendio epistolar que documenta su relación sentimental con Pinito del Oro, mantenida durante una década.
Muchacha sin nombre
No me llamo Natalia.
Jamás nací.
O si nací fue muerta.
El sol extendía sus primeros rayos
por una madrugada fatídica de marzo.
Mas no era yo la que su luz bebía.
Yo no existí jamás.
A lo sumo fui venas, manos, sangre,
un corazón pequeño y precintado,
pero no fui jamás destinada a ser alguien.
Mi nombre, yo, Natalia,
estará inscrito en un papel cualquiera,
en labios que no saben lo que hablan,
en tardes remotísimas y ausentes,
acaso,
en el tiernísimo corazón de alguien.
Mas yo, yo no soy yo.
No soy Natalia.
No soy Natalia – Natalia Sosa
Introducción y notas: Blanca Hernández Quintana
136 págs.
ISBN: 978-84-7839-773-0