El primer suicidio es único.

El primer suicidio es único.

Miyó Vestrini

Descarnada, intensa y sublime. Así es Miyó Vestrini, una de las poetas más singulares de Venezuela.
Nacida en Nimes (Francia) emigró con su familia a los nueve años a Venezuela, donde desarrollará el resto de su vida y de su obra. Vestrini irrumpe sin medias tintas para dar parte de lo femenino desde lo visceral y desgarrador en los ámbitos culturales venezolanos, donde es vista como una «rareza», pues es una de las pocas mujeres aventuradas a participar en los grupos literarios de la época, predominantemente  herméticos y masculinos.

Decidida e irreverente participa en diferentes colectivos poéticos, grupos literarios y en la prensa escrita venezolana con incursiones en guiones televisivos. Miyó obtuvo dos veces el Premio Nacional de Periodismo en Venezuela.

Aborda géneros como la narrativa donde la decadencia de los parámetros sociales y culturales, crítica política, el conflicto y el dolor, son recurrentes.

Pero definitivamente es su trabajo poético donde genera una atmósfera de lo íntimo y derrotado que fractura a cualquier lector, Vestrini, es una escritora visceral, de voz amarga e irónica, donde la muerte y el dolor están presentes con atrevimiento y frivolidad a lo largo de su obra.

La soledad convive a diario con ella y se vuelca en sus poemas con una maestría digna de valentía:

Ciertas jornadas se hacen largas.
Nadie pregunta cómo las paso.
El rostro de los agresores
se mezcla
con el de los agredidos.
No se sabe
cuántos sobreviven.

Su poema «Zanahoria rallada», publicado en el libro Valiente ciudadano (póstumo, 1994), será un emblema que marcará toda una generación:

El primer suicidio es único.
Siempre te preguntas si fue un accidente
o un firme propósito de morir.

Su muerte refleja su rebeldía y desparpajo hasta los últimos escritos, y en el poema «Té de manzanilla» cita al poeta venezolano Víctor Valera Mora al tomar para sí misma la frase «la vida es una inmensa alegría o una inmensa arrechera», y ciertamente le parece nombrar su destino.

Dame, señor,
una muerte que enfurezca.
Una muerte tan ofensiva
como a los que ofendí.
Una muerte que soporte la lluvia
de Santiago de Compostela,
y de paso,
mate a los que me ofendieron.

Miyó Vestrini se suicidó en Caracas el 29 de noviembre de 1991.

 


Miyó Vestrini
Pocas virtudes/Valiente ciudadano
Introducción : Deisa Tremarias

104 págs.
ISBN: 978-84-7839-758-7

http://www.torremozas.com/miyo-vestrini